Existe una buena variedad de anticonceptivos que pueden servir tanto para evitar embarazos no deseados como enfermedades de transmisión sexual. Concretamente, la píldora del día después es un método anticonceptivo de emergencia. Es decir, debe ser el último recurso a emplear como opción para evitar la gestación. Además, es importante tener muy presentes los efectos secundarios y cómo funciona la píldora del día después.
Lo primero es recordar que no se trata de una pastilla abortiva, ya que no finaliza un embarazo ya implantado, sino que retrasa o evita la ovulación. Además, aunque se llama ‘píldora del día después’, realmente puede tener efecto los tres o cuatro días posteriores a la relación sexual. Existen dos tipos de pastilla, la Plan B One-Step y la Ella, siendo la primera de venta libre y la segunda mediante receta.
Es importante saber que la píldora del día después puede fallar y es que no es tan efectiva como otros métodos anticonceptivos. Además, no es válida para todas las mujeres. Debes ser consciente de una posible alergia a algunos de los componentes o saber si otros medicamentos que has tomado recientemente pueden interferir en la eficacia de la pastilla.
Problemas con la píldora del día después
No es raro que la chica que toma la píldora del día después vomite. En caso de hacerlo en las próximas dos horas, debes consultar a tu médico si debes ingerir otra dosis. Es importante saber que tomar la pastilla no sólo no garantiza no quedarte embarazada, sino que en caso de tener relaciones sexuales sin protección en los próximos días, volverás a correr el mismo riesgo.
Si la pastilla del día después se toma dentro de las primeras 24 horas tras la relación sexual sin protección, evita el embarazo en un 95% de los casos. Si se toma entre las 24 y las 48 horas siguientes, su eficacia es del 85%, y cuando se recurre a ella entre las 48 y las 72 horas, la efectividad cae al 58%.
Para que entiendas el poder y cómo funciona la píldora del día después, es importante que comprendas que sólo debes tomarla una vez al año o, como mucho, dos. Si abusas de ella, aumentarás las posibilidades de padecer enfermedades como cáncer de mama, cáncer uterino, trombosis, embolia pulmonar o grandes dificultades para quedarte embarazada en el futuro.