Son muchas las personas que vaticinan la lluvia o el frío antes de que se produzcan. Todos hemos escuchado alguna vez a alguien decir que le duelen los huesos y que, por lo tanto, se avecinan cambios atmosféricos. Consideradas un mito urbano, lo cierto es que son completamente reales. ¿Por qué me duele la rodilla cuando va a llover? Cuando aparece el frío se generan unas contracciones del periostio, la membrana que recubre el hueso. Esto estimula las fibras sensitivas y provoca dolor.
Vaticinios como estos suelen decirlo, en la mayoría de las veces, las personas más mayores. Esto también tiene una explicación. Estos cambios bruscos de temperatura afectan sobre todo a quienes tienen daño en su estructura ósea. Es decir, bien porque hayan sufrido fracturas o, en su defecto, padecen artrosis, que es la que suele aparecer con la edad. Algunos expertos apuntan que no sólo influye la caída de las temperaturas en esta molestia. La menor presión atmosférica también es un punto de origen. El motivo es sencillo. Antes de que empiece a llover la humedad relativa del aire aumenta, baja la citada presión atmosférica y crece la presión dentro de las articulaciones. Esto es lo que puede terminar causando dolor.
Unos dolores que llevan a la aparición de las personas que predicen el tiempo sin necesidad de ningún aparato electrónico. Un cóctel con cambios en la humedad y la presión atmosférica, pero también en otro aspecto, la mayor concentración de iones positivos. Las partículas eléctricas suelen juntarse, por llamarlo de alguna manera, justo antes de que empiece una tormenta.
También migrañas
¿Por qué me duele la rodilla cuando va a llover? ¿Sólo aparecen molestias en las articulaciones? Pues lo cierto es que no. Un estudio de biometeorología en 2013 mostró que una subida de la temperatura de cinco grados causaba migrañas en casi un 20% de los participantes en este análisis hecho en Alemania.
Al revés aún era peor. Si las temperaturas bajaban, estas migrañas aumentaban hasta en un 25% de los voluntarios. Y es que el frío no trae nada bueno. De hecho, la lista de enfermedades que se agravan con el descenso del termómetro es amplia.
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