A veces los pequeños gestos habituales que todos hacemos entrañan muchos más riesgos de lo que pueda parecer. La mala costumbre de frotarse los ojos puede desencadenar o agravar unas enfermedades que no llegamos ni a imaginar. Es evidente que realizar esta acción con suavidad llega a aliviar, pero esto no suele suceder. Al despertarnos, cuando tenemos sueños, si estamos estresados, casi cualquier excusa es buena para restregarse los ojos, y eso no es nada bueno.
Cuando realizamos esta acción estamos abriendo la puerta para que en los ojos entren bacterias capaces de crear una conjuntivitis. El polvo del aire depositado también puede generar pequeñas lesiones que, al frotarse, harán aparecer arrugas prematuras. Y esto es sólo la punta del iceberg. El listado de patologías oculares que pueden agravarse con este gesto tan cotidiano es más largo de lo que uno podría desear. El glaucoma, el desprendimiento de retina o el ojo seco son sólo tres ejemplos. Sin embargo, hay una patología que resalta, tal vez por ser desconocida para el público en general, el queratocono.
¿Qué es el queratocono?
La mala costumbre de frotarse los ojos puede agravar el queratocono. Es una enfermedad degenerativa que puede terminar por necesitar un trasplante de córnea. Por fortuna, según recoge ‘El Correo’, los avances en este ámbito son muy importantes. Esta patología afecta a una de cada 200 personas, especialmente a los adolescentes y jóvenes menores de 30 años. Los problemas aparecen a una edad en la que esa parte frontal todavía no tiene la rigidez necesaria.
Las causas de esta patología ocular todavía se desconocen. Sí se sabe que tiene un componente genético, pero también que no es una enfermedad hereditaria. En cualquier caso, la córnea degenera y adquiere un aspecto delgado y blando. Además, adquiere una forma totalmente irregular que dificulta mucho el enfoque de los objetos que se están viendo.
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