La piel hay que cuidarla. Y pese a que lo hagamos, hay patologías que pueden aparecer. ¿Qué es la psoriasis? Una enfermedad inflamatoria de la piel que, de forma ocasional, puede afectar a las articulaciones. Causa enrojecimiento, descamación, dolor e hinchazón y, de ninguna manera, es contagiosa. En España afecta al 2% de la población, tendiendo a aparecer entre los 15 y los 35 años de edad.
Esta patología empieza en los linfocitos T del sistema inmunológico. Estas células se activan indebidamente y originan respuestas como la proliferación y dilatación de los vasos sanguíneos. En los pacientes con psoriasis, el recambio celular de la epidermis se produce en cuatro días (un mes es lo normal). Esto hace que se acumulen en la superficie, lo que a su vez genera placas de piel gruesa, descamada y rojiza que producen picor y dolor.
Pese a que no está nada claro el origen concreto de la enfermedad, es bastante evidente que se trata de una enfermedad genética. También se conoce que es una patología hereditaria. Si uno de los dos padres es psoriásico, uno de cada ocho hijos puede sufrirla. Si los dos progenitores lo son, las opciones se doblan y uno de cada cuatro descendientes podrá padecerla. Puede ocurrir que, pese a padecerla ambos padres, los hijos no la sufran ya que en su desarrollo también intervienen factores externos.
Entre estos factores encontramos las infecciones crónicas, el estrés nervioso, la obesidad, el consumo de alcohol, algunas enfermedades como la artritis reumatoide, los cambios hormonales y traumatismos.
Síntomas de la psoriasis
¿Qué es la psoriasis? ¿Cómo se manifiesta? Esta patología puede aparecer de forma lenta o, por el contrario, hacerlo de manera repentina. Es más, los síntomas pueden desaparecer durante un tiempo para después reaparecer. Las señales más habituales de esta enfermedad son lesiones cutáneas en forma de placas cuyo tamaño puede variar. Estas se caracterizan por estar enrojecidas y recubiertas con escamas blanquecinas que pueden llegar a cubrir grandes superficies del cuerpo.
Las ubicaciones más frecuentes donde aparecen estas lesiones son los codos, las rodillas, el cuero cabelludo, la espalda y las nalgas. Hay otros síntomas pero son mucho menos frecuentes. El dolor, lesiones genitales (sólo en los hombres), modificaciones en las uñas desde el color hasta el grosor y caspa.
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