En esta vida todos lloramos en alguna ocasión. Muchos bebés lo hacen por medio de la nalgada, esa suave torta que les da el médico; otros tardan más o menos. Sea como sea, todos hemos metido algún berrido y dejado brotar líquido de nuestros ojos. Pueden darse por dolor, tristeza, alegría, estrés, miedo, frío, alergia, etc… Pero, ¿qué son las lágrimas exactamente?
La lágrima es un líquido que se produce por medio del proceso de lacrimación y lubrica y limpia los ojos. Básicamente, ayuda a proteger la superficie ocular tras ser generadas por las glándulas lagrimales. Las lágrimas eliminan ciertos residuos, especialmente de la córnea, evitando de esta manera algunas infecciones.
Las lágrimas no son simple agua que sale de nuestro cuerpo. Su composición es fundamentalmente: lipídica (ácidos grasos), intermedia (acuosa) y mucinoso (hacen que se mantengan adheridas a la córnea). O lo que es lo mismo: sebo, agua y mucosa.
¿Por qué las lágrimas son saladas?
Ahora que sabes qué son las lágrimas, seguro que más de una vez te has preguntado por su sabor. Pues sí, las lágrimas son saladas y el principal motivo reside en que los seres humanos también somos salados. Las sales presentes en nuestro organismo son esenciales para nosotros y, entre otras cosas, ayudan a ejercer como antisépticos y luchar contra bacterias y hongos. Es de esperar que parte de esa sal de nuestro organismo sea expulsada por medio de las lágrimas. Ojo, también lo es mediante la orina o el sudor. Que nadie vuelva a llamarte soso.
Tres tipos de lloros
- Basales. Son las que tienen la función de limpiar el ojo, nutrirlo y lubricarlo.
- Emocionales o psíquicas. Son las más variadas, ya que son respuestas a dolores físicos o cuestiones emocionales. Felicidad, dolor, tristeza, nervios… cada persona es un mundo al respecto.
- Reflejas. Tienen mucha relación con las lágrimas basales, pero se producen en mayor cantidad. Una humareda, polvo, arena o cualquier impureza que aterrice en nuestra córnea puede provocar su segregación.
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