La pandemia está minando las sociedades mundiales hasta el punto de que están apareciendo nuevas enfermedades o trastornos mentales vinculados a ella. La mayoría de ellas tienen que ver con las relaciones sociales, tan castigadas desde el confinamiento. Nada más comenzar la desescalada aparecía el síndrome de la cabaña. Poco después han ido apareciendo el síndrome de cara vacía o el hambre de piel. Ahora aparece una nueva. El coronavirus provoca la hafefobia, un miedo irracional a ser tocado que nace de la relación que se hace entre contacto físico, el contagio por Covid-19 y la muerte.
El experto en psicología valenciano Enric Valls ha explicado en EFE, según recoge ‘Nius’, que el miedo exagerado y persistente genera “una fobia irracional, tóxica, que nos limita enormemente en nuestro funcionamiento”. El experto ha revelado que durante la pandemia se han potenciado varias fobias sociales como la agorafobia (miedo a espacios exteriores o multitudes), el síndrome de la cabaña o la hafefobia.
Esta última surge por un motivo principal. Este es el miedo, un mecanismo de defensa ante una situación que mantiene ya mucho tiempo el distanciamiento social. Esto provoca que algunas personas se obsesionen, por ejemplo, con acciones antes cotidianas como coger el carro de la compra, apretar el botón de un ascensor o abrir una puerta. Para Valls, las personas llevan “demasiados meses sometidas a estas medidas”. Algo que les está generando estrés y ansiedad. Lo que es peor, no se vislumbra el final y eso crea “mucho más sufrimiento y angustia”. Las personas que suelen exigirse más a ellas mismas tienen más tendencia a sufrir esta fobia.
Niños y hafefobia
El coronavirus provoca la hafefobia, una patología social que puede perjudicar especialmente a los niños. La psicóloga Gracia Vinagre cree que cuando vaya desapareciendo el virus “volveremos a relacionarnos supuestamente como antes”. Sin embargo, los niños están en pleno desarrollo y este contacto que ahora se elimina es muy necesario para ellos. Por eso, la experta ha reclamado a los entornos de los menores que intensifiquen las muestras de cariño con ellos. El objetivo es que las carencias que genera la hafefobia no sean tan evidentes o, como mal menor, que no se note tanto.
Esta fobia está haciendo mucha mella en las personas. Este miedo al contacto físico está haciendo que no se abrace a padres o hermanos por temor al contagio, está minando poco a poco todas estas relaciones. El otro gran problema son los más mayores. Esta carencia de contacto puede aislar, en algunos casos aún más, a los ancianos. El coronavirus sigue alargando sus garras.