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¿Qué son los pies cavos?

por WebSalud
¿Qué son los pies cavos?
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Los pies sufren diferentes dolores a lo largo de la vida. Algunos de ellos son producidos por deformidades. ¿Qué son los pies cavos? Estamos ante una alteración que produce un arco plantar más elevado de lo normal. Los dedos pueden llegar a quedarse agarrotados o flexionados hacia dentro, disminuyendo así el tamaño del pie. En sus formas más leves, esta anomalía es bastante frecuente entre la población. Es más, siempre que no generen molestias no suelen recibir tratamiento.

Un dato importante es que en el 80% de los casos, el origen del pie cavo está relacionado con una enfermedad neurológica. Por este motivo es de gran importancia que el paciente con esta alteración acuda a un profesional para que determine el origen concreto del problema. No es la única causa. Es más, a veces ni existe una justificación para el aumento de la bóveda plantar. El trastorno suele empezar con un dolor en la zona del arco y el talón e incluso por debajo de los dedos.

Los pies demasiado arqueados tienden a presentar dolor debido a que se ejerce más tensión sobre la zona del pie que queda entre el tobillo y los dedos. Esto termina causando un acortamiento de la longitud del pie y crea dificultades para calzar zapatos que no sean los adecuados. Además, lo que es peor, genera una fuerte sensación de dolor al caminar, permanecer de pie y mucho más al correr. Y es que el pie cavo provoca una excesiva tensión muscular y rigidez de las articulaciones. Si el problema persiste en edad adulta puede aparecer tendinitis, lumbalgias frecuentes o un cansancio extremo sólo para permanecer erguido.

Ejercicio como prevención

¿Qué son los pies cavos? ¿Pueden prevenirse? No existe un tratamiento eficaz para ello, pero los ejercicios de estiramiento pueden contribuir a evitar que aparezcan. Hay algunos muy recomendables. El primero es apoyar la punta del pie en el extremo de un escalón y bajar lentamente los talones manteniendo la tensión medio minuto. Otro sería rodar una lata fría con el pie y repetir el movimiento entre 30 y 50 veces. Colocar el pie sobre una toalla e intentar arrugarla con los dedos también es muy positivo.

Por citar alguno más, colocar los brazos extendidos sobre una pared manteniendo una pierna extendida hacia delante y otra hacia detrás formando un ángulo de 45 grados también sería muy válido. También hay otra solución. Esta no es otra que la utilización de una plantilla ortopédica a medida y adaptada a cada pie. Siempre bajo una estricta supervisión de un especialista.

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