La viruela es la enfermedad que causa el virus conocido como Variola major. Una afección de las más mortales de la historia de la humanidad que la vacunación detuvo hace tres décadas, siendo el último caso conocido en 1977 en Somalia. Sin embargo, algunos laboratorios de investigación todavía guardan pequeñas cantidades del virus ante el temor de un ataque bioterrorista puesto que se trata de una dolencia que se transmite con facilidad de una persona a otra. Como dato, se estima que la viruela ha dejado la friolera de 300 millones de muertos a lo largo del S. XX.
¿Cuáles son los síntomas?
Se parecen mucho a los de la gripe. Estos comienzan con una fiebre aproximadamente dos semanas después de haber estado expuesto al virus de la viruela. Después se suman dolores de cabeza, garganta y espalda, además de vómitos. Al cabo de unos días aparecen erupciones elevadas en la cara y el cuerpo, se van formando llagas dentro de boca y nariz y crecen pústulas llenas de líquido que, en ocasiones, se unen y abarcan grandes zonas de piel. En la tercera semana se forman costras que terminan separándose de la piel.
Las medicinas pueden ayudar a controlar los dolores y la fiebre pero no existe un tratamiento. Al no tener un tratamiento específico, sólo la inoculación o vacunación pueden ser señaladas como prevención ante la viruela. La mayoría de las personas se recupera, pero algunas pueden morir. Quienes la superan pueden terminar con cicatrices severas.
¿Cómo se transmite?
Hay muchas maneras. Principalmente se transmite por un contacto cercano con las llagas o con las gotitas que las personas infectadas generan al respirar. La ropa de cama o las prendas de vestir que estén contaminadas también podrían ser transmisoras. Un paciente era un foco infeccioso hasta que la última costra se separaba de la piel. En cualquier caso, recordamos que la viruela fue erradicada gracias a la vacunación.
