Siempre se ha dicho que caminar por un bosque es relajante. El paisaje y la tranquilidad ayudan a despejar cuerpo y mente. No les falta razón, y menos tras el último descubrimiento. En el aire de los bosques flota la bacteria que acaba con el estrés, la Mycobacterium vaccae. Esta bacteria es capaz de reducir la inflamación en el cerebro y hacerlo mucho más resistente a las consecuencias del estrés.
El hallazgo es de tal calibre que, de reproducirse en ensayos clínicos, podrían crearse fármacos que protejan frente al estrés postraumático, la ansiedad y la depresión. Quien lo iba a decir, estamos ante una bacteria que es amiga del cerebro. Un medicamento sin efectos secundarios, el bosque. Un espacio del que cualquier puede beneficiarse paseando y respirando profundamente en él.
¿Por qué esta bacteria es tan buena? Vive en la tierra del bosque y puede encontrarse suspendida en el aire. Hallada por primera vez en el estiércol de una vaca, es la responsable del aroma que percibimos cuando estamos en el bosque. Sus propiedades, todavía en investigación, son tan buenas que podrían llegar a ser útiles en el tratamiento de patologías como el asma, el cáncer, la psoriasis, la dermatitis o la depresión. En primer lugar se sabe que estimula la generación de serotonina en el cerebro, favoreciendo la aparición de nuevas neuronas.
Reduce el estrés
Aunque resulte obvio decirlo, la bacteria que acaba con el estrés ayuda a reducirlo. Las investigaciones realizadas en la Universidad de Colorado (Estados Unidos) sugieren que esta bacteria ayuda a reducir la inflamación del cerebro. De esta manera disminuye los riesgos de que aparezcan patologías mentales, especialmente depresión y ansiedad. Los expertos del citado centro también han descubierto que la Mycobacterium vaccae bloquea los efectos sensibilizadores del estrés, lo que ayuda a crear un fenotipo duradero al mismo en el cerebro.
Esta bacteria también aumenta la presencia de la proteína antiinflamatoria interleuquina-4 en el hipocampo, que es la región del cerebro responsable de modular la función cognitiva, la ansiedad y el miedo. Pasear por el bosque se convierte en una nueva arma contra la ansiedad.
