Una de las acciones más altruistas que existen es donar sangre. Un recurso que puede llegar a ser limitado ya que no todas las sangres valen para todos, ni todas las personas pueden donar. Es evidente que este gesto salva vidas, pero lo que es tan conocido para el gran público son los enormes beneficios que esta acción tiene en el organismo del donante. Donar sangre mejora la salud de numerosas maneras.
Para empezar, cuando la sangre sale del cuerpo también lo hacen componentes que se almacenan en ella. Entre estas sustancias están el colesterol o los triglicéridos. Pese a que el propio organismo los degrada cada cuatro meses mediante el hígado, las heces y la orina, con la donación disminuyen los problemas cardíacos. Otro de los grandes beneficios de este gesto altruista es el incremento de la capacidad pulmonar. Al extraernos la sangre aumentan los niveles de oxigenación de todos los tejidos.
Dos motivos más para donar. El primero es palpable a que previene los daños circulatorios y los infartos. El segundo en menos tangible pero posiblemente llene más al donante. Cualquiera que ceda su sangre debe saber que con ella se salvarán, al menos, tres vidas. Algo que sin duda, no puede tener precio.
Beneficios para el receptor
Donar sangre mejora la salud del donante pero, sin duda, también tiene muchos beneficios para el receptor. Las personas que reciban esta sangre pueden tener seguro que los donantes serán sanos y con ritmos de vida saludables. Además, puede tener claro que ayudará a solucionar sus problemas de hemorragias y, en general, contribuirá a los tratamientos más adecuados.
Precisamente en tiempos de coronavirus, la donación es más vital. Uno de los tratamientos que parece estar resultando efectivo es usar el plasma de pacientes que ya han superado la enfermedad. También hay que tener en cuenta que, en función del tipo de sangre, el patógeno puede afectar más o menos a nuestro organismo.
