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Nacen los cazadores de virus

por WebSalud
Nacen los cazadores de virus
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En medio de la terrible lucha contra el coronavirus nacen los cazadores de virus. Hombres y mujeres que se adentran en oscuras cuevas para cazar murciélagos y tratar de predecir futuras pandemias. Antes de adentrarse, los científicos se ponen trajes de materiales peligrosos, mascarillas y guantes gruesos para cubrir cada centímetro de su piel. Riesgo cero. El mínimo contacto con excrementos u orina de murciélago podría exponerlos a algunos de los virus desconocidos más mortales del mundo.

Su primera visita ha sido a China. Yunnan, conocida por su gran población de murciélagos, cuenta con numerosas cuevas de piedra caliza. Equipados con linternas, colocan sus redes a la entrada de la abertura, según recoge la CNN. A continuación se arman de paciencia y esperan tranquilamente al anochecer. Cuando se pone el sol, miles de estos animales salen volando de las cuevas en busca de comida. Lo único que encuentran son las redes.

Con sumo cuidado, los científicos recogen las redes y duermen a los animales con un anestésico suave. Todo antes de extraer la sangre de una vena en sus alas. “También realizamos hisopos orales y fecales y recolectamos excrementos”, dice Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, una ONG estadounidense especializada en detectar virus y prevenir pandemias. Este ya experto ha visitado 20 países en la última década en busca de nuevos patógenos y, más concreto, coronavirus.

Una cifra que asusta

El objetivo con el que nacen los cazadores de virus es, precisamente, detectar estos nuevos patógenos.  El resultado es una cifra que asusta. “Hemos recolectado más de 15.000 muestras de murciélagos, lo que condujo a la identificación de alrededor de 500 nuevos coronavirus”, ha señalado Daszak. Uno de ellos fue el encontrado en una cueva de China en 2012, el más que posible antepasado del actual SARS-CoV-2.

El sudeste asiático y China son de mucho interés. Sus enormes poblaciones tienen contacto regular con la vida silvestre, cazándola, vendiéndola e incluso comiéndola, según Daszak. La confirmación es que tras analizar muestras de sangre de personas que viven cerca de dos cuevas de murciélagos en Yunnan, el 3% tenían anticuerpos contra virus exclusivos de estos animales. La conclusión es clara, ya habían estado expuestos a ellos. Para que estos patógenos no se propaguen empiezan a ser claves los cazadores de virus.

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