Si lees o escuchas el nombre de Kiril Tereshin, es muy probable que no te diga nada. Pero si lo cambias por ‘el Popeye ruso’, quizá sí que te suene. A estas alturas de la vida, ya sabrás que los complejos pueden llevarnos a cometer estupideces, sobre todo si te juegas la salud. Ahora, de nuevo, el Popeye ruso pasa de nuevo por quirófano después de varios años con los bíceps hinchados de aceite.
No se trata de ninguna enfermedad ni proceso químico extraño de su cuerpo. Simplemente se trata de lo absurdo de un joven que quería coger un atajo para obtener unos brazos descomunales. Dicho y hecho. El joven Kiril ni se molestó en machacarse en el gimnasio; tampoco se lanzó a por anabolizantes. Directamente decidió inyectarse el aceite shyntol en sus músculos. Sus bíceps y tríceps se agigantaron de manera que hasta el propio Popeye se hubiera ruborizado. Lo deforme de su brazo bien le valió para ganarse el apodo de ‘el Popeye ruso’.
Su extraño ego postizo le llegó a probar fortuna en las artes marciales mixtas y en los concursos de bofetadas, pero de todas salió escaldado. Y malherido. La deformidad que le ocasionó el aceite no fue nada comparado con los riesgos para la salud. En este sentido y tras casi cuatro años intoxicándose de esta manera, estuvo a punto de perder la vida. Fue operado de urgencia. De nuevo, esta semana hemos conocido que el Popeye ruso pasaba de nuevo por quirófano.
El Popeye ruso se jugó la vida
El chico decidió compartir su arrepentimiento (veremos lo que le dura) en su Instagram: «La cirugía de tríceps en el brazo derecho ha sido un éxito. Gracias al cirujano Dmitry Vladimirovich Melnikov por asumir estas operaciones tan difíciles y salvarme la vida de este veneno que me inyecté. Gracias también a Albina Abazalieva por cuidar mi mano después de la operación, con la limpieza de las heridas, los drenajes, vendajes…”.
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