Hace unos meses un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un escrito titulado ‘Un mundo en riesgo’. Por aquel entonces, septiembre de 2019, nadie podía creer que lo que allí ponía pudiera darse casi punto por punto. Un informe de la OMS advertía sobre esta pandemia y, pese a ello, no se le hizo demasiado caso.
Algo casi lógico. La pandemia, como acaban de asegurar desde este organismo, se expande a gran velocidad. Hace un mes nadie podía ni siquiera imaginar que la mitad del planeta iba a estar en confinamiento, y la otra mitad a punto de seguir el mismo camino. India acaba de decretar 21 días de encierro a sus 1.300 millones de habitantes, y Holanda se queda en casa hasta el 1 de junio.
La situación lo requiere. Después de más de 400.000 contagios y de 17.000 muertos por el Covid-19, el peligro es una realidad que se puede tocar. Tan tangible que se ha llevado por delante todos los grandes eventos deportivos incluidos los Juegos Olímpicos de Tokio.
El Panel de Monitoreo para la Preparación Global, un grupo independiente compuesto por 15 expertos internacionales convocados por el Banco Mundial y la OMS alertaron de esta posibilidad hace varios meses. En su trabajo anunciaban que un virus desconocido podía provocar el pánico, desestabilizar la seguridad nacional y cortar la economía mundial.
Iba más allá al asegurar que las medidas de los gobiernos para hacer frente a tal desafío eran en ese momento “extremadamente insuficientes”. Incidían en una mayor financiación pública a nivel nacional e internacional frente a posibles brotes de pandemia. Una situación que se produjo tras el brote de ébola de 2014, pero no se sostuvo en el tiempo.
Parece una profecía
El resumen del informe consta de siete puntos que, ahora mismo, casi parecen una profecía del mismísimo Nostradamus. El primer punto es que los países deberían desarrollar sus capacidades básicas de salud pública. El segundo la mejora de las capacidades de vigilancia nacionales y mundiales encaminadas a mejorar la respuesta ante epidemia.
El tercero el desarrollo de espacios para el diagnóstico y la distribución de equipamiento frente a patógenos respiratorios de alto impacto más allá de la gripe. El cuarto que tanto los países como la OMS deben mejorar sus sistemas de salud para hacer frente a emergencias de enfermedades infecciosas. En ambos casos, reza el quinto, debe contarse con los científicos.
El desarrollo de planes de riesgo para comunicaciones en alertas de este tipo y la necesidad de dirigir la I+D al desarrollo rápido de vacunas para nuevas amenazas y la fabricación de esos productos debe ser la gran prioridad en la planificación de una pandemia. Son los dos últimos puntos de un informe de la OMS que ya advertía sobre esta pandemia.
