Los científicos de todo el mundo están volcados en dar con la vacuna contra el coronavirus. Los datos muestran 186 proyectos en marcha, muchos de ellos en tiempo récord. 23 de estas iniciativas ya se están probando en humanos. Los gobiernos del mundo y, sobre todo, los ciudadanos, cuentan con la llegada del ansiado remedio a finales de este mismo año o el primer semestre de 2021. Pero, ¿qué pasa si no llega la vacuna? Con tanto esfuerzo bestial parece poco probable, pero es una realidad que puede darse.
Andrew Hill, investigador de la Universidad de Liverpool, ofrece su explicación en ‘El Independiente’. “En 1988 empecé a trabajar en temas de VIH y en ese momento me dijeron que iba a haber una vacuna en menos de un año, esto ocurrió hace 32 años”, ha señalado. Este científico tiene claro que todos quieren que llegue este remedio, pero nadie sabe si eso va a ser posible. Aunque espera equivocarse, cree necesario buscar un plan B.
Jesús Castillo, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), cuenta una historia similar. “Quiero que haya vacuna, pero tenemos que empezar a mirar hacia los antivirales y a los inmunosupresores para el futuro”, ha manifestado. Esta, sin duda, sería la alternativa.
Esperanza en los tratamientos
¿Qué pasa si no llega la vacuna? Habrá que tener esperanza en los tratamientos. Según Policy Cures Research, entre antivirales, antiinflamatorios e inmunosupresores hay 323 drogas en estudio para abordar el Covid-19. Unos sirven para atenuar la enfermedad y otros para prevenir el contagio.
Como científicos que son, se ponen en todos los escenarios factibles. El peor posible es tener que convivir y morir con el coronavirus. Castillo lo tiene claro: “Este virus, siendo realistas, va a ir circulando en nuestro medio durante años”. El enorme problema de esta convivencia está en los casos más graves y los mortales. Y es que la estrategia de tratar de alcanzar la inmunidad de grupo puede suponer un alto coste en vidas humanas.
Un cálculo rápido es el siguiente. Asumiendo que Europa ya tiene un 5% de inmunidad y que se necesita un 65% (esto es, 462 millones de habitantes con anticuerpos), una tasa de mortalidad del 1% supondría cuatro millones de muertes. Esta misma hipótesis para España significaría sumar 318.500 muertos a los decesos que ya se han producido. Este sería el plan C, el peor de todos. Así que habrá que esperar que algún proyecto como el de Oxford llegue a buen puerto.
