La rabia es una enfermedad vírica aguda que puede llegar a ser mortal y que afecta al sistema nervioso central. Suele transmitirse a las personas a través de la saliva después de sufrir las mordeduras o arañazos de animales domésticos o salvajes que están infectados.
Hasta en el 99 por cientos de los casos el virus lo transmiten perros domésticos, pero también se ha dado algún caso con gatos. En diciembre, un hombre atendido en la Barakaldo (Vizcaya) tras ser infectado por un gato en Marruecos, su país de origen.
Ésta podría no ser la única forma de transmisión. Existe la posibilidad de que la rabia pase de persona a persona o quizás mediante la digestión de carne cruda, pero ambos extremos todavía no están confirmados. Además, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), la transmisión podría darse mediante el trasplante de órganos infectados o la inhalación de aerosoles que contengan el virus.
Los síntomas
Los síntomas varían dependiendo de las formas que adopte la enfermedad. Normalmente, la rabia suele incubarse en un periodo que oscila entre uno y tres meses, pero puede variar según el punto infectado y la carga vírica. Las señales más comunes de esta enfermedad son el hinchazón o enrojecimiento, dolor de cabeza, náuseas y fiebre. Esta última suele ser uno de los primeros síntomas en presentarse.
Una de las formas que puede adoptar la enfermedad es la rabia furiosa. En este caso puede presentarse hiperactividad, excitación, aerofobia e incluso la muerte del sujeto después de varios días a causa de un paro cardíaco. La otra forma es la rabia paralítica (el 30% de los casos humanos). En este caso los músculos se van paralizando muy despacio empezando por los más cercanos al foco de infección, hasta que el paciente acaba en coma y falleciendo.
La mejor manera de prevenirse de esta enfermedad es vacunándose contra ella. En cuanto a los posibles tratamientos, el primero consiste en un lavado a conciencia de la herida durante un mínimo de 15 minutos con agua, jabón y cualquier sustancia que pueda matar el virus. En caso de ya estar infectado, es muy importante empezar el tratamiento cuanto antes para que el virus no entre en el sistema nervioso central, algo que provocaría una muerte inmediata.
