Los olores forman parte de nuestra vida. Nuestros sentidos son capaces de captar esencias como los algunas plantas o perfumes, pero también otros menos agradables. En ocasiones podemos oler mal por algo que nos ha manchado, aunque la ropa sucia o el mal aliente nos pueden jugar malas pasadas. Hoy os planteamos otra cuestión que nos afecta a todas las personas: ¿Por qué me huele el sobaco?
Agua y jabón son, en general, la mejor solución. Un buen desodorante o colonia, además, hará que incluso portemos una rica fragancia bajo el brazo. Es importante que sepamos que el olor axilar no es exclusivo de quienes no se depilan, ni mucho menos. Básicamente lo de quitarse el vello es cuestión de gustos, no de higiene ni salud. Más bien al revés, en contra de lo que pueda parecer.
Es posible que en ocasiones estés empapado de sudor y no notes que hueles mal, pero otras veces con menos calor, sí. Pues bien, son varios microorganismos los culpables de que emanemos ese aroma tan desagradable. Tantos los seres humanos como algunos animales, portamos un tipo de glándulas sudoríparas en zonas como la axila, los genitales o los pezones. [¿Por qué siempre sudo tanto?]
Resulta muy habitual, sobre todo durante la adolescencia, que preguntes por qué te huele el sobaco. Los ácidos grasos volátiles y los tioalcoholes entran en juego al combinarse. Géneros bacterianos como Corynebacterium, Cutibacterium y Staphybylococcus colonizan la axila. Estos fermentan y los estafilococos generan ácidos grasos que pueden dar ese mal olor al sobaco. No es que hagan que sudes, sino que le dan ese olor tan característico de la persona. Cada persona (en ocasiones es algo familiar), tiene un aroma particular.
No siempre huele igual el sobaco
¿No te ha pasado alguna vez tener la sensación de oler bien a pesar de estar cubierto de sudor? ¿Quizá te parece que hay personas a las que les huele mejor o peor debajo del ala? Pues, efectivamente, hay diferentes fragancias según algunos componentes personales. No todos los microorganismos huelen mal, ni mucho menos.
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