La ansiada nueva normalidad ya está aquí. Toda España ha entrado ya en la última fase de la desescalada. Esto quiere decir que se acabaron las restricciones de movimientos, pero no las medidas de seguridad. El distanciamiento social y el uso de las mascarillas en público, y la adecuada higiene en privado, siguen estando presentes. Sin tanta vigilancia como antes, llega la hora de la responsabilidad individual. De que todos se comporten de la mejor manera para evitar los temidos rebrotes.
Han pasado casi 100 días desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretara el estado de alarma a mediados de marzo. Más de tres meses después y con casi 50.000 muertos por coronavirus en España y con varias prórrogas aprobadas, las horas del confinamiento están acabadas. La libertad de movimientos, al menos a grandes rasgos, ha regresado. Lo que sí están descartadas son las aglomeraciones. Teatros, cines y salas de ocio van a tener sus aforos limitados e incluso algunas han decidido esperar algo más antes de abrir sus puertas.
En las playas todo va a ser muy diferente al pasado verano. Sensores de movimientos, drones, mayor vigilancia y, sobre todo, la necesaria distancia social (o la mascarilla si no puede mantenerse) van a ser el pan nuestro de cada día. Las zonas comunes, al menos en algunos puntos, también van a estar fuera de servicio. Incluso en diferentes territorios se han creado aplicaciones móviles a través de las que se puede reservar espacio en el litoral. El aforo de bares y restaurantes variará en función de cada autonomía, aunque una premisa básica es, una vez más, que existan esos dos metros de distancia interpersonal. Las fiestas y las verbenas, de momento, se aplazan sin fecha de regreso.
Vuelven los turistas
Llega la hora de la responsabilidad individual, y no sólo para los españoles. Las fronteras han vuelto a reabrirse para los países del espacio Schengen (menos Portugal que lo hará en julio) y con el Reino Unido. De hecho se espera que para este mismo domingo los aeropuertos españoles reciban un centenar de vuelos. Los viajeros tendrán que pasar tres controles tras bajar del avión.
El primero el control del temperatura a través de cámaras termográficas. A continuación un formulario para poder localizar al pasajero si fuera necesario y donde debe responder si ha estado en contacto con el virus. El último un simple examen visual. Se trata de evitar los casos importados. Después, en principio, no habrá cuarentena obligatoria.
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