La ciencia ha logrado un hito sin precedentes con la elaboración de una sino de varios antivirales contra el SARS-CoV-2. Pfizer, Moderna, AstraZenca y la Sputnik V rusa ya combaten el patógeno; Curevac, Novavax, y Janssen lo harán en breve. Hay muchos más proyectos que están desarrollándose en el mundo, pero uno destaca porque ha ido más allá. Australia elabora una basada en el uso de un trímero proteico estabilizado como antígeno. La nueva generación de vacunas ya está aquí.
Culminada la primera fase, el viral ha empezado a probarse en humanos. Los investigadores han usado, según recoge ‘The Lancet’, la proteína Trimer-Tag. Esta se deriva de un tipo humano y conserva la conformación trimérica de la proteína spike del coronavirus. Esta es una opción que hasta el momento no se ha estudiado demasiado, tal vez por la premura en necesitar un remedio que atajase la devastadora marcha de la pandemia.
Administración de la vacuna
La nueva generación de vacunas ya está aquí. La alternativa de antiviral que elaboran los australianos requiere, como en otros casos, de dos dosis para inmunizar a la población. Entre la primera y la segunda toma deben pasar un mínimo de 21 días. Un aspecto que, sin duda, juega a su favor es que tiene una vida de al menos seis meses a una temperatura de entre 2 y 8ºC. Esto ayudará notablemente a su conservación y distribución. Reducirá los costes de la logística de tener que transportar otros viales a la brutal temperatura de 80 grados bajo cero.
No todo es color de rosa, también tiene efectos adversos. El estudio ha analizado dos grupos de edad, de 18 a 54 y de 55 a 75 años. Igual que en otros muchos antivirales, la mayoría de los problemas se dieron en dolores en el punto donde se inyectó la dosis, el denominado ‘brazo Covid’.
