La segunda oleada del coronavirus no es que sea una realidad, es que tiene pinta de que va a ser muy dura. Tanto que Europa ya se prepara para el peor escenario. En España no sólo se ha confinado Madrid, muchas otras ciudades también lo están. En Cataluña han cerrado la restauración y otras áreas han sufrido un regreso a fases más atrasadas de la desescalada. Tal vez la medida más sonada la ha adoptado Francia al decretar el toque de queda, de 21 a 6 horas, en París y otras grandes ciudades. Y lo hace durante todo un mes.
El objetivo del gobierno galo es frenar la terrible expansión del patógeno, que empieza a presionar el sistema sanitario. Por eso el ejecutivo está convencido de que prorrogarán esta situación, que afecta a 20 millones de personas, hasta el 1 de diciembre. En Alemania, la canciller Angela Merkel prepara nuevas restricciones tras varios días donde la cifra de contagios siempre es de récord. La limitación de aforos en actos privados, el uso obligatorio de la mascarilla o, si siguen aumentando los casos, el cierre de los restaurantes a las 23 horas, son algunas de ellas.
Irlanda del Norte cerró hace escasas fechas los pubs y restaurantes, además de prohibir la venta de alcohol en los comercios a partir de las ocho de la tarde. Hay más puesto que está previsto que antes de que acabe esta semana se aprueben más medidas. En Inglaterra, Londres entrará el sábado en el nivel 2 del semáforo epidemiológico creado por el Gobierno. Esto hará que queden prohibidas las reuniones de distintos grupos familiares en espacios cerrados, no podrán juntarse más de seis personas en espacios abiertos y el ocio nocturno tendrá que cerrar a las diez de la noche.
Rusia, Italia y Polonia
Europa se prepara para el peor escenario, y no es de extrañar en función de las cifras de contagios, que siguen disparándose. España sufrió ayer más de 13.000 nuevos casos y Rusia, otra vez, batió su récord de infecciones diarias con más de 14.000. Caso similar al de Polonia. De hecho, los nuevos 8.100 positivos son la mayor cifra en este país incluyendo la primera ola. Algo que ha provocado que aparezcan las restricciones de movilidad y se amplíen las denominadas zonas de riesgo del país.
Italia está en una situación muy parecida. El gobierno transalpino no quiere volver a pasar por las dantescas cifras de la primera ola y ya toma medidas. La primera es cambiar los horarios escolares para que no coincidan con los laborales, evitando así las concentraciones en los medios de transporte. Incluso no descartan volver, de nuevo, a la educación a distancia.
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