Los recién nacidos tienen muchas capacidades, aunque ni ellos mismos lo sepan. Sus sentidos, o al menos algunos, están muy desarrollados. Lo suficiente para sobrevivir bajo el brazo de sus padres. Oído, fuerza e incluso son capaces de enseñarnos algo a los adultos. Son esos pequeños superhéroes.
Para empezar nacen con el oído muy desarrollado. Tanto que son capaces de reconocer un sonido solamente 10 minutos después de nacer. A los dos días pueden reconocer a su madre con sólo escuchar su voz. Una curiosidad, prefieren la voz humana a cualquier otro sonido. Por este motivo, cuando empiezan a hablar imitan sonidos de las personas y no los provenientes de cualquier objeto.
Su sentido del gusto tiene algunas curiosidades. Cuando llegan al mundo tienen más de 10.000 papilas gustativas. Los adultos se quedan entre las 3.000 y las 8.000. Esta enorme diferencia se debe a que los bebés también tienen a los lados, en la parte de atrás de la lengua y en la zona de arriba de la boca, aunque con el tiempo desaparecen. La anécdota llega cuando, pese a esto, son incapaces de reconocer algunos sabores. Por ejemplo, la sal no la detectan hasta los cuatro meses de edad.
Llorar sin lágrimas
Los bebés, esos pequeños superhéroes, lloran por muchos motivos, pero lo pueden hacer sin lágrimas, estas quedan sólo para proteger sus ojos. Ahora bien, su llanto es perfectamente reconocible por la madre. De hecho, podría saber si su bebé está llorando pese a que lo hiciera en medio de una habitación con muchos recién nacidos.
La fuerza, para lo pequeños que son, también es mucha. En esas manitas hay pura potencia en ciernes. Dicen los expertos que únicamente con la punta de sus minúsculos dedos podrían levantar su propio peso. Incluso son capaces de enseñarnos algo. El gesto de decir no de los adultos viene de los bebés cuando, completamente llenos de comida, giran la cabeza en señal de que no quieren más.
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