Muchas veces tomamos una decisión pensando en lo mejor y no acertamos. Es posible que eso esté pasando con la leche sin lactosa. Cualquier marca se presenta como más ligera y con digestiones más fáciles. No es que no sea verdad, pero hay que tener en cuenta el peligro de tomar leche sin lactosa sin ser intolerante. Los riesgos son tales que pueden llegar a convertir a una persona sana en intolerante y, de paso, perder algunas vitaminas de la leche por el camino.
Para empezar hay que tener en cuenta que la lactosa es una aliada fundamental del calcio. A nivel intestinal, ayuda a absorber no sólo el calcio, también el magnesio y el fósforo, además de hacer que demos un mejor uso a la vitamina D. Tomar leche sin lactosa puede hacer que, a la larga, aparezca un déficit de calcio en los huesos, con todos los problemas que ello conlleva. Dejar de lado la lactosa puede crear intolerancia a ella en personas que, en principio, no lo son. Pese a que no existan evidencias científicas de esto, son cada vez más los expertos que piensan que esto es así.
La leche sin lactosa
El peligro de tomar leche sin lactosa sin ser intolerante está ahí. Se produce directamente en la elaboración del producto. Esta se elabora añadiéndole lactasa, que es la enzima que el organismo genera de forma natural para descomponer la lactosa en el intestino delgado y digerirla. La producción de esta enzima se reduce con la edad, por eso es más común que aparezcan intolerancias en personas más mayores.
Al añadir la citada enzima directamente a la leche, el cuerpo entiende que no la necesita para nada. Si no la produce es cuando los expertos creen que, sin quererlo, está generándose la intolerancia. Finalmente, tomar leche sin lactosa hace que por el camino se pierdan algunas de las vitaminas asociadas a la grasa de la leche. Así que cuidado con incluir la leche sin lactosa en tu dieta.
