La afirmación de que el coronavirus ha venido para quedarse es más real que nunca. No solamente porque estemos ya en plena segunda oleada, también porque los últimos estudios apuntan que el Covid-19 se convertirá en endémico. Esto es, vendrá a visitarnos todos los años o, en su defecto, en cuanto se acabe la inmunidad que las futuras vacunas o los propios anticuerpos puedan generar. El patógeno causante de la actual pandemia cumple con los parámetros para convertirse en endémico.
Jeffrey Shaman y Marta Galanti, investigadores de la Escuela Mailman de Columbia (Estados Unidos), han publicado un trabajo en la revista ‘Science’. En él identifican varios factores clave para que el SARS-CoV-2 llegue a ser endémico. El riesgo de reinfección existente, la disponibilidad y eficacia de la vacuna, la potencial estacionalidad y las interacciones con otras infecciones virales pueden modular, y mucho, la transmisión del virus.
Shaman, reconocida autoridad en la materia de brotes de enfermedades infecciosas y uno de los primeros que reconoció la importancia de la propagación asintomática, ha explorado el potencial de la inmunidad que se genera. Ya sea a través de la infección o de la futura vacuna, las defensas que se crean frente al SARS-CoV-2 disminuyen en un año. Esta es una tasa similar a la observada para el endémico betacoronavirus, causante de una leve enfermedad respiratoria.
Brotes anuales de Covid-19
El resultado de este descenso de la inmunidad es que el Covid-19 se convertirá en endémico, con brotes anuales del mismo. Incluso si la duración de estos anticuerpos se prolongara más allá de 12 meses, debido a la respuesta inmune generada a otros coronavirus endémicos, el SARS-CoV-2 volvería. En un principio parecería que el patógeno ha quedado eliminado, pero volvería a resurgir pasados unos años.
Algo que, al menos ahora, dificulta ubicar una estacionalidad es la facilidad del virus para propagarse tanto con calor como con frío. Y, sobre todo, que de momento no haya una vacuna.
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