A la hora de empezar una dieta se tienen en cuenta diferentes factores. El peso que se desea perder, los alimentos que vamos a eliminar y los que tomaremos y, en algunas, los gramos exactos de cada uno. Poco se tiene en cuenta un aspecto que, según varios estudios, ayuda y mucho. El color de los platos ‘adelgaza’. Aunque pueda sonar a broma, diferentes investigaciones han confirmado la veracidad de esta afirmación.
Una de las primeras investigaciones fue la de la Cornell University de Nueva York. Su estudio, publicado en ‘Journal of Consumer Research’, revela la relación que existe entre el color de la vajilla y la pérdida de kilos. Los análisis apuntan a la importancia de que exista un contraste entre el color del plato y el alimento que se va a comer. Esto es, la recomendación es servir comidas de colores claros en platos oscuros y al revés.
Según los expertos, al hacer esto se consigue engañar al cerebro. Se crea una especie de ilusión óptica llamada Delboeuf que incita al cerebro a comer hasta un 30% menos. Este efecto todavía sería mayor si el color del mantel es similar al de la vajilla.
El color rojo
El color de los platos ‘adelgaza’. Un ejemplo es la vajilla roja. La mente suele asociar este color con el peligro. Los extintores, el semáforo, algunas señales como la de STOP e incluso algunos alimentos de la naturaleza como ciertas setas. En caso de peligro, la respuesta inconsciente es la huida por lo que el cerebro no piensa en comer. Hace muchísimos años que en Japón este es el color principal de toda la vajilla.
Otra muestra es un experimento alimentario. A numerosos voluntarios se les ofreció un mousse de fresa, a unos sobre un plato blanco y a otros sobre uno negro. Las conclusiones corroboran la teoría. Aquellos que comieron sobre la vajilla blanca tildaron el sabor del postre como un 15% más intenso y un 10% más dulce que aquellos que lo hicieron sobre el plato negro. Hay que empezar a pensar en el color de los platos donde comemos para cualquier dieta.
