El aborto espontáneo es una de las maneras en que se puede perder un bebé. En este caso el embrión o feto muere antes de la vigésima semana de gestación. El aborto espontáneo, aunque sin considerarse común, es casi normal. Hasta un 20% de los embarazos terminan de esta manera. Y no por ello son fácilmente asumibles para las madres. Esta pérdida es difícil de superar.
Tan difícil como determinar con exactitud la causa del aborto. Casi nunca es culpa de la persona embarazada. Hacer ejercicio, trabajar, mantener relaciones sexuales o tomar la gran mayoría de los medicamentos no deriva en la pérdida del feto, ni siquiera las caídas. Y entonces, ¿qué lo causa?
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La primera situación que sí puede causar el aborto espontáneo es que el óvulo fecundado tenga un número poco habitual de cromosomas. Pero dado que esto sucede por puro azar no se puede ni evitar ni provocar. Una diabetes severa sí puede aumentar los riesgos de sufrir una pérdida en estas condiciones.
Una anomalía del útero, una infección grave o una lesión seria también pueden ser los causantes de este tipo de aborto. Y más aún, si la persona embarazada ya ha sufrido antes dos abortos espontáneos es altamente probable que sufra uno más.
Tipos de aborto espontáneo
El primero es la amenaza de aborto espontáneo. En este caso existe sangrado vaginal pero el cuello del útero sigue cerrado. En la mitad de los casos cesa el sangrado, el resto terminan con la pérdida del embarazo.
A la segunda situación se la denomina inevitable. La hemorragia aumenta y el cuello uterino se abre. Si esto sucede es el final del embarazo, no hay ninguna posibilidad de que siga adelante.
En el aborto espontáneo incompleto parte del tejido del embarazo sale del útero y el resto dentro, necesitando de un tratamiento para extraerlo. Por su parte, en el tipo llamado completo todo el tejido sale. Por último está el aborto retenido donde puede darse que haya un embrión sin latido cardíaco o un saco gestacional vacío.