Alrededor del 45% de los niños sufre onicofagia. Esto es, la manía casi obsesiva de morderse las uñas. En la mayoría de los casos esta es la respuesta a situaciones de estrés o ansiedad. Este mal hábito llega a ser frecuente en la población joven (hasta un 40%) y disminuye en los adultos (5%). No es nada bueno ya que conlleva lesiones en los tejidos, problemas intestinales por la digestión de bacterias, alteraciones del esmalte de los dientes anteriores y lesiones articulares de la mandíbula. Es importante tratar de corregir este hábito cuando son pequeños. Estos son unos consejos para evitar que se muerdan las uñas.
Antes de aplicar cualquiera de estos trucos es importante descubrir cuándo lo hace. Si sabemos los momentos en los que los pequeños están más nerviosos, será más fácil corregirlos. El primer consejo, aunque obvio, es básico. Hay que intentar que tengan siempre las manos ocupadas con manualidades, juguetes o una simple pelota. También hay que conseguir que sus manos estén limpias y las uñas limadas. Un truco más es usar esmaltes amargos que pueden encontrarse en cualquier farmacia. O, en su defecto, productos naturales como el ajo o la guindilla.
Una manera de detectar si se las muerden es cubrir una uña con tiritas para después comparar su estado y el de las otras nueve. Es muy importante que, una vez nos demos cuenta del problema, no le castiguemos cuando lo haga. Es mejor darle refuerzos positivos y hasta premiarle si conseguimos que no se las muerda.
Uñas artificiales o pintadas
Entre los consejos para evitar que se muerdan las uñas hay algunos un poco más drásticos. Uno de ellos es usar uñas artificiales (de gel, acrílico o porcelana). Y ojo porque vale tanto para hombres como para mujeres. En el caso de las féminas también es aconsejable pintarlas ya que al verlas bonitas se evitará el hábito. Ayudarles a tomar vitamina B es muy bueno al aumentar los niveles de serotonina en el cerebro. Una cosa a tener en cuenta. Si se consigue que dejen de morderse las uñas es muy importante que no lo cambien por otros hábitos como morder bolígrafos, jugar con el pelo o rascarse la nariz.
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