El pericardio es una membrana de doble capa con forma de saco que cubre el corazón. Entre ambas capas hay una pequeña cantidad de líquido que ayuda a que una pueda deslizarse sobre la otra. Cuando esta membrana se inflama aparece la pericarditis. Es cuando ese lubricante aumenta demasiado, pudiendo llegar a taponar el corazón, impidiendo que funcione correctamente. Las causas de la pericarditis pueden ser varias, afectando sobre todo a hombres de entre 20 y 50 años.
El abanico de causas es tan amplio porque la mayoría de las veces el motivo es desconocido. Puede responder a una infección viral o a una bacteriana, aunque también puede asociarse a otras. Algunas enfermedades sistémicas como el cáncer, la insuficiencia renal, la leucemia, el VIH, la artritis reumatoide o el lupus eritematoso sistémico pueden provocar este mal funcionamiento del pericardio. Igualmente pueden influir patologías o cirugías cardiacas como el infarto de miocardio o la miocarditis. Los traumatismos torácicos o las lesiones en esófago o corazón son también una posible causa de esta afección.
Entre los posibles motivos de la pericarditis también hay que tener en cuenta determinados tratamientos (la radioterapia por ejemplo) y ciertos fármacos. En este último grupo podemos encontrar los anticoagulantes, la penicilina, la fenitoína y la fenilbutazona entre algunos más.
Síntomas de la pericarditis
Una vez conocidas las causas de la pericarditis hay que saber cuáles son sus síntomas. En el caso de que se trate de una afección aguda destaca el dolor en la zona central del pecho. Puede llegar a ser intenso y opresivo, irradiando en ocasiones hacia la espalda, cuello y el hombro y brazo izquierdos. Este dolor será más fuerte cuando se inspire profundamente, con los movimientos laterales del tórax y cuando el paciente se acueste boca arriba.
La pericarditis crónica suele ir acompañada de disnea, tos y fatiga, esta última a causa del deficiente funcionamiento del corazón. También es bastante común el depósito de líquido en el abdomen y las piernas, pero la afección en sí es prácticamente indolora.
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